En el Barça que es de Messi, en el Barça que en breve podría empezar a ser de Neymar, el título de Liga, sexta de ocho, fue de Luis Suárez. ‘La Liga de Luis’, titulo yo y gran parte de la prensa nacional de ayer domingo. Porque ningún jugador entendió como el uruguayo lo que la apuradísima recta final del campeonato exigía. Tras la derrota ante el Valencia en la jornada 33, cinco victorias incontestables con la presión oprimiendo el pecho de los azulgranas y catorce goles del charrúa para certificar un título que, de haberse escapado, hubiese supuesto una verdadera hecatombe en Can Barça.
Lo de Suárez, contundente y voraz, no fue una simple cuestión de destellos. Ni tan siquiera de oportunismo o de rachas más o menos duraderas. Fue la confirmación de que el FC Barcelona ha encontrado por fin la referencia en el área que perdió el día que Guardiola decidió que Samuel Eto’o ya había dado todo lo que tenía que ofrecer como azulgrana. Cuarenta goles sitúan a Suárez al mismo nivel resolutivo que este nuevo Messi, quizá más futbolista pero también menos goleador. Su carisma, además, le sirvió para suplir espiritualmente al argentino durante la ausencia de éste durante aquellas eternas semanas de otoño y en los días en los que tuvo que reservar energías para las ingratas labores de intendencia en las tardes en las que el Barça se mostraba algo más espeso en la creación.
Siempre presente y sabiendo asumir tanto la parte buena como la parte menos brillante de su rol dentro del equipo, Luis ofreció confianza y seguridad cuando los nervios aparecieron en escena. Le metió el hombro a ese atisbo de crisis que pareció querer arrebatar la Liga al Barça tras caer en el Clásico del Camp Nou, cuerpeó con insistencia y tenacidad hasta conseguir zafarse de su asfixiante marca y embocó la portería rival para llevar a lo suyos de la mano hacia un título que ya no podía escaparse. El seguro de gol que el reinventado Messi requería. El auténtico artífice de que la vigesimocuarta liga culé esté ya en la vitrina.
Suárez es un jugador polémico. Pero su lealtad al amor amor de fútbol del deseo de ganar es bien vale la pena aprender. De todos modos, en mi corazón que él es un gran jugador. Suárez repostar!
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